Saludablemente

12, Enero 2021

“Construir confianza es tener licencia para fallar”

Sergio “Cachito” Vigil, ex entrenador de los seleccionados femenino y masculino de hockey sobre césped de Argentina, creador del fenómeno de “Las Leonas” y actual entrenador del seleccionado femenino de Hockey sobre césped de Chile, habló sobre liderazgo y la motivación desde la comunicación y la escucha.

En un encuentro cálido y cercano, el legendario entrenador de la albiceleste abordó el rol de los líderes en la conducción y motivación de sus equipos de hockey sobre césped, reflexionando acerca del reconocimiento, los sueños, las metas, los objetivos y la confianza.

“El reconocimiento de afecto, que es el que llevo, puedo asegurar que es combustible”, comienza diciendo Vigil cuando le preguntamos qué es para él, el reconocimiento. Vinculado a ello surge un interesante análisis en torno al concepto de salto al vacío.

“Yo he descubierto a través del tiempo que había una trilogía que era muy importante pero que algo me hacía ruido. Esa trilogía es: sueño, meta y objetivos. Y he aprendido a desarrollarme cumpliendo objetivos, yendo tras alguna meta. Fui descubriendo que cada uno tenía sus particularidades; la meta busca la cima porque cuando estamos en ‘modo meta’ queremos buscar la cima y queremos llegar a algún lugar que pueda darnos reconocimiento propio y que pueda generar reconocimiento. Cuando estábamos en ‘modo sueño’ no se perseguían metas o una cima, lo que se perseguía era horizontes.

Un sueño es libre, irreverente, parece a veces que está un poco loco. La meta es costo-beneficio, cuando uno busca una meta sabe que va a conseguir algo porque la busca por algo y uno se conecta con el pensamiento cognitivo. Cuando uno está conectado con un sueño ocurre otro pensamiento, el pensamiento con espíritu, que empuja desde el corazón. Y los objetivos están a menester de los sueños y las metas.

“El sueño te despierta, te ayuda a romper estructuras, te abre la mirada. Por eso que el sueño comande a la meta, porque el sueño tiene corazón, que le enseñe a la meta cómo jugar”.

Hay algo más que la cima, el horizonte. El salto al horizonte tiene confianza, el salto al vacío es atreverse a aprender, es ver un horizonte más grande. Es ir a un lugar que desconocemos pero que tiene un horizonte diferente. Es que los grandes nos demos cuenta de que tenemos que jugar con el otro, con el que se atreve, con el que no puede, con el que después de intentarlo empieza a poner un poco más”, desarrolla Sergio y destaca con convicción:

“Sueño que pase lo que pase nos permitamos dar saltos de vida, de permitirse ser. El salto al vacío tiene que ver con eso, no tengo dudas que es el salto más vívido que puede existir. Encontrar el dream team, al campeón que hay adentro y no compararse con los demás. El sueño te despierta, te ayuda a romper estructuras, te abre la mirada. Por eso, que el sueño comande a la meta porque el sueño tiene corazón, que le enseñe a la meta cómo jugar. Si el ser humano está bien y tiene confianza, no tiene límites. También se trata de permitirse fallar, permitirse intentar entrenando más la confianza que la musculatura”.

Entre conversaciones, “Cachito” Vigil trasladó el tema de la confianza en su rol como líder y en la interacción con sus equipos.

Cuando hay falta de confianza me gusta que la construyamos, que la encontremos juntos. Construir confianza es un quilombo de cosas, es tener licencia para fallar, licencia para errar y también tener compromiso en respetar acuerdos. ¿Qué acordamos? Que cuando perdamos la pelota, todos en 2 segundos, vamos a darnos vuelta para recuperarla.

El problema es que pensamos que tenemos confianza sólo cuando logramos. Si no tenemos licencia para errar, no vamos a tener confianza. Puedo valer aún equivocándome porque lo importante es trabajar para intentarlo.

Querer no es igual a poder, poder es igual a querer más ‘x’ y ese ‘x’ es el que tenemos que inventar, que tenemos que transformar, sobre todo transformar la mirada de permitirse fallar pase lo que pase”.

En 1997, Vigil asumió como director técnico de la selección argentina femenina con quien, un año después, consiguió un importante cuarto puesto en su primer Mundial en Países Bajos. Ya con el surgimiento del fenómeno de ‘Las Leonas’, se consagró campeón mundial en Sídney 2002 y luego de los JJOO de Atenas, pasó a dirigir el seleccionado masculino de nuestro país. Del otro lado de la cordillera, desde 2015 Sergio también está haciendo historia al mando de ‘Las Diablas’, el equipo de hockey femenino sobre césped de Chile.

“Con 31 años comencé siendo técnico de la selección argentina. No era la persona con más experiencia o liderazgo, era la persona apropiada. Compartí un staff con todas personas que podrían haber sido entrenadores y me encontré con que yo aprendí con ellos, todas las jugadoras eran mejores que su entrenador porque yo nunca había llegado a eso, el más aprendiz de todos era yo. Por suerte no estaba preparado, porque si no, no hubiese aprendido lo que aprendí. Me ayudaron a crecer como entrenador y lo que se generó fue un liderazgo en el sistema, un liderazgo colectivo, de equipo”, dice Vigil y continúa reflexionando en su rol de líder:

“Hoy con 57 años puedo decir que aprendí una cosa: los equipos por supuesto que necesitan que alguien lidere, está claro, pero con un solo fin: que se construya liderazgo. Cuando se construye liderazgo, es más importante que el líder. Cada una de las personas aporta de una manera tan grande que cuando se va esa persona se lo extraña desde otro lugar y cuando vuelva van a valorar cosas humanas. Si se construyó liderazgo no hay posibilidad de que eso decaiga, porque está en el sistema.

Nos preocupamos tanto de que haya un líder y no el para qué, que es estar al servicio del liderazgo, con responsabilidades, inspirando la posibilidad, la confianza, el entusiasmo, la búsqueda. Proponerse un sueño que valga la pena transitar porque el sueño es un punto de partida.

Cuando uno está construyendo liderazgo pasa a ser más importante, porque ocurre el bienestar en el sistema, donde los valores no se enuncian se transpiran. Cada vez que no los transpiro, los equipos me la hacen pagar. Muchas veces estamos logrando un montón de cosas y para adentro tenemos una sensación de fracaso. Ahí es donde empezás a jugar en serio, porque es lindo encontrar al campeón adentro. Y en este sentido, me duele el paradigma que tenemos ‘si lo lográs sos’, ‘si no lo lográs no sos’. Si no lo lográs ¿qué?”.

Luego de todas estas palabras que atraviesan los sentidos y la emoción, le preguntamos cómo fue ese momento de soltar e irse de un grupo que seguía creciendo y afianzándose. Con mucho orgullo y desde lo más humano, “Cachito” dijo:

“Cuando estás en un lugar que te encanta, que amás, no te querés ir nunca. Pero me encontré poco a poco que el espacio de crecimiento era menos, había algo que no crecía lo que tenía que crecer. Simplemente di un paso al costado porque me parecía que el equipo tenía que dar otro crecimiento que no estaba sucediendo más allá de que nos queríamos y de que el rendimiento no había bajado.

Pienso que los cambios hay que darlos en subida, en ese contexto de éxito porque es muy difícil que se derribe el potencial. Mi momento con Las Leonas para el hockey era ese momento. Si tengo claro que hay muchas cosas para hacer, mientras haya un equipo para entrenar lo que quiero es gente que sueñe y sea el equipo que sea porque me encanta que crezca el hockey de Sudamérica. No importa que equipo tenga, lo que quiero es estar en equipos con seres humanos, ir por más vida y lo único que me da vida es estar con personas en proceso de aprendizaje.

“Estoy en el deporte para aprender de las personas, aunque lo más duro es cuando suene el himno porque himno hay uno solo. Las Leonas es un equipo que amo, amé y amaré”.

Hay colores que son tuyos, elijo vivir en mi país, mi himno es Argentina. Uno no ama colores, uno ama personas. Fue un proceso, porque no se trata de una camiseta sino de personas”.

Compartilo en: