Cultura y sociedad

12, Enero 2021

Educación sustentable para transformar la forma de habitar el mundo

Si hablamos de salud ambiental, no podemos dejar de referirnos a las instituciones educativas, el ámbito propicio para fomentar el desarrollo sostenible y sensibilizar sobre la importancia de cuidar y preservar el ambiente. Bienestar, sustentabilidad y educación se interrelacionan, un claro ejemplo de ello: la formación y el impulso de las escuelas sustentables.

Escuela sustentable ubicada en Mar Chiquita, Buenos Aires.

Así se denominan estos proyectos que buscan generar en la comunidad educativa un espacio donde se impulsen acciones integrales que contribuyan a disminuir su impacto en el medio ambiente, así como también mitigar el cambio climático. Tagma es una asociación civil uruguaya creadora de la primera red de escuelas públicas sustentables de toda Latinoamérica, realizadas desde la construcción sustentable, autosuficiente y la innovación.

Martín Espósito, su director, nos cuenta: “Son escuelas que apuntan a la autosuficiencia, a que los usuarios tengan lo que necesitan sin depender de sistemas externos. Trabajan, promueven y desarrollan experiencias de educación ambiental; se encuentran abiertas a la comunidad como un espacio de aprendizaje, de formación y de encuentro”.

La asociación civil además de la Escuela Sustentable, sostiene otras líneas de proyectos: Aula Escuela Plus, creada para acompañar y facilitar procesos de educación ambiental, y su plataforma Aprender que reúne contenidos, cursos, talleres y experiencias. Actualmente, tiene en marcha 9 programas en 6 países -Uruguay, Argentina, Chile, Colombia, Ecuador y Perú- y el proyecto cercano de construir una escuela sustentable en Brasil y un aula en Uruguay.

Al ser consultado sobre los ejes que sustentan a estos establecimientos, Martín Espósito comparte: “Existen 7 principios con los que trabajamos y que van evolucionando con el tiempo: recolectar agua de lluvia; tratar las aguas residuales; utilizar energía renovable; producir alimentos; trabajar en la transformación de residuos; abordar el acondicionamiento térmico pasivo, es decir, la refrigeración y calefaccionamiento natural de los edificios; y el factor humano ya que sin los vínculos y sin las relaciones sanas nada de lo anterior se sostiene, es un elemento transversal”.

Además, explica que los contenidos que se abordan se centran en contar con una diferenciación desde la currícula, en la forma en la que los docentes interpretan las temáticas considerando las estructuras de estas instituciones, sus proyectos y programas. “Es un trabajo que aspira a poder alinear los contenidos curriculares de la educación pública a las temáticas ambientales”, agrega.

Problemáticas y desafíos

“Hay un aspecto en el que nos proponemos seguir mejorando y es que los sistemas educativos públicos puedan incorporar también esa perspectiva curricular a los edificios que tienen. Desde Tagma lo que hacemos es construir y donar la primera escuela sustentable de cada país y en este proceso detectamos un problema. La dificultad es que este sistema tiene un gran nivel de rotación, donde los/as maestros/as y directivos pueden cambiar de un año a otro. Nos ha pasado que se llega a ciertos niveles de profundidad muy buenos y de repente se pierde todo porque se elige al azar al docente que viene a continuación. Muchas veces no se lo prepara para poder integrarse al proyecto.

Lo que está dificultando el mantenimiento de este tipo de propuestas, es darle sostén a los procesos. Este es el desafío que nos ponemos como organización, ver cómo se puede lograr, cómo sortear estos desafíos que presenta el sistema”.

“Tenemos que cambiar desde una cultura orientada a la superproducción y el consumo a una cultura orientada al equilibrio, a la armonía, a la autosuficiencia, la autogestión”

Una realidad que exige un cambio cultural

Al ser consultado sobre la importancia de la creación y formación de las escuelas sustentables, Martín Espósito nos comparte una interesante reflexión. “Estamos experimentando una crisis social y ambiental producto del mecanismo de consumo que tuvimos en los últimos 70 años. Se nos abrió el mundo, la tecnología creció pero no nos alineamos como humanidad. Entonces hoy prácticamente no hay fuentes de agua que estén libres de tóxicos ni de químicos, no hay un pez que no tenga plástico, los alimentos no tienen nutrientes. Nos vemos en un mundo donde realmente estamos perjudicando nuestras posibilidades de estar vivos y lo que necesitamos, desde nuestra perspectiva, es un cambio cultural.

Tenemos que cambiar desde una cultura orientada a la superproducción y el consumo a una cultura orientada al equilibrio, a la armonía, a la autosuficiencia, la autogestión, reforzar lo local en lugar de lo global, o al mismo tiempo que lo global. Desde esa perspectiva para nosotros lo más importante es promover un cambio, colaborar construyendo escuelas sustentables donde tienen que estar, en el sistema público, el más abarcativo, interpelar a ese sistema y empezar a aprender junto a los docentes de cómo se puede hacer para que la educación pueda estar orientada a entender a cada niño, a cada comunidad, protegiendo siempre el aspecto social y ambiental.

Más allá de querer lograr un éxito, creemos que necesitamos atravesar nuestros procesos, sacar conclusiones, por eso nuestro aporte es más a largo plazo que a corto plazo”.

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