Saludablemente

12, Enero 2021

Cuerpos libres y saludables

En una convivencia reñida entre la aceptación, la realidad del mercado laboral y del deseo ¿hasta dónde resisten nuestros cuerpos? Un debate que interpela y pone en discusión la necesidad urgente de generar cambios culturales.

Tamara Tenenbaum en su libro “El fin del amor”, dice que “La otra angustia, son los nuevos problemas: los que vienen de las nuevas tecnologías, del modo en que nuestras identidades se construyen cada vez más en el mercado y las formas en que esa lógica de la aspiracionalidad y el consumo invaden cada rincón de nuestras vidas”. Si bien su cuestionamiento, quizás, apunta más al amor, el deseo y los vínculos; bien podría esta frase ser un disparador para abrir a la temática cuerpos y opiniones.

Particularmente, estos últimos años, ha tomado mayor relevancia la problemática de los estereotipos y los cánones de belleza hegemónica,  acentuado por el alto uso  de las redes sociales como reproductoras y propagadoras de contenido. Para tomar dimensión del rol de las distintas plataformas y aplicaciones, actualmente en nuestro país de 43,48 millones de argentinos y argentinas un 80% está en internet (36,32 millones) y el 79,3% (36 millones) utiliza activamente Instagram, Facebook, Tik Tok y YouTube.

Vivimos bajo una mirada pública digitalizada, siendo testigos, víctimas y hasta generadores -muchas veces de forma inconsciente- de opiniones sobre los cuerpos y la imagen de otras personas,  que perpetúan comentarios negativos o positivos acerca de ‘lo lindo, lo feo, lo flaco, lo gordo’. En este sentido, las mujeres son las más afectadas.

Haters o no, con onda o con maldad; la opinión que provoca incomodidad más aún en niñas y adolescentes que están creciendo y experimentando, resta y para nada suma. Porque el cuerpo de otra persona no es opinable para los demás, porque no podemos decirle a nadie qué hacer o cómo sentirse con su propio cuerpo. Normalizar la costumbre o la posibilidad de referirnos al cuerpo puede ser más perjudicial de lo que creemos y vemos.

Getty Images

Los estereotipos y la presión corporal, la mirada y opinión del otro, son las principales causas de los trastornos alimenticios, se asocian al estrés y ansiedad así como también generan una percepción personal distorsionada. La Argentina es el segundo país a nivel mundial con más casos de anorexia, según un informe de Fundación La Casita y de acuerdo con datos de la ONG Bullying Sin Fronteras, el 45% de las causas de bullying que sufren niñas y mujeres jóvenes están relacionadas con la belleza.

Las reglas de lo hegemónico ya se están deconstruyendo, pero para seguir generando una transformación es importante educar, cuestionarnos, tener una actitud activa, visibilizar, para no ser indiferentes ante este tipo de acoso y violencia simbólica.

La cultura del respeto, a través del lenguaje y el sentido común, así como el acompañamiento institucional, son vitales para garantizar cuerpos, decisiones y vidas realmente libres. Asimismo, desde hace tiempo, Naciones Unidas, destaca la influencia de los medios de comunicación, el marketing y la publicidad para potenciar o eliminar la desigualdad y violencia de género respecto de ello.

Según una encuesta realizada por la ONG AnyBody Argentina durante los meses de julio y agosto de 2021 -a una muestra de 7.777 personas- en nuestro país, el 63% tiene dificultades para encontrar ropa de su talle y el 41% afirma encontrar prendas de talle único. Además, casi el 20% manifestó realizar alguna conducta de riesgo para el desarrollo de desórdenes alimenticios, someterse a dietas estrictas y hacer ejercicio de forma excesiva; y un 55% a cuestionar su cuerpo. Respecto de esto, la Ley de Talles sancionada y promulgada en 2019, se ha implementado en las provincias de Buenos Aires (Ley 12.665), Entre Ríos (Ley 9.703), Corrientes (Ley 6.003), Chaco (Ley 7.273), Santa Fe (Ley 12.841), Córdoba (Ley 10.302), San Juan (Ley 8.323), Mendoza (Ley 8.579), La Pampa (Ley 2.793), Río Negro (Ley 4.806) y Santa Cruz (Ley 2.922).

Algunas definiciones

Los estereotipos son imágenes, ideas, creencias y opiniones preconcebidas e impuestas desde lo social y cultural; que se atribuyen a todas las personas según nacionalidad, etnia, edad, género, etc. En este sentido, la belleza hegemónica se ubica dentro del concepto de estereotipo porque nos propone ciertos cánones ‘válidos’ acerca de la juventud, la delgadez, la actividad física, la piel, la vestimenta, entre otros. Todo aquello que no encaje dentro de esos parámetros, estaría respondiendo a un cuerpo imperfecto y con cuestiones, principalmente físicas, por corregir. 

En este marco ¿qué es el body shaming? Es el nombre que recibe la acción de avergonzar, criticar o atacar a alguien por su cuerpo. Tal como describimos a lo largo de la nota, el body shaming se abrió camino en las redes sociales y crece a la par de cómo se configuran los estereotipos de belleza.  

¿Cuál es el origen del body positive? Su primera versión comienza en 1969 con el movimiento Fat Rights en reacción por el maltrato hacia personas con obesidad. Junto, un grupo de feministas de California conforman el Fat Underground que en 1973 se convierte en la organización National Association to Advance Fat Acceptance (NAAFA). Actualmente, con la explosión de las redes sociales, el movimiento de los cuerpos en positivo busca promover el empoderamiento desde la sinceridad y felicidad y con menos expectativas en respuesta a los estereotipos de belleza. Las personas afines se conectan y promueven mensajes positivos en rechazo de lo negativo.

Por otro lado, también existe el body neutrality que busca visibilizar la diversidad corporal considerando al cuerpo como algo neutro con el foco puesto en el cuidado y el disfrute del mismo, aceptando que no siempre es necesario estar a gusto y que eso es una situación normal.

Sabemos que el concepto de belleza es subjetivo, sin embargo siguen teniendo fuerza los cánones que determinan lo que debe ser de una manera y no puede ser de otra.

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