Cultura y sociedad

12, Enero 2021

La magia de unas hojas

Simple, cotidiano y ahora también tendencia gourmet. Desde el calor del hogar hasta la alta cocina y la coctelería de autor, el té vive una revolución y está llegando con su encanto a lugares impensados.

Parte de la popularización y el acercamiento de los argentinos al consumo del té, tiene que ver con la irrupción de sommeliers experimentadas como Victoria Bisogno, una apasionada por la cata y mezcla de té, que ha logrado difundir el ritual de esta infusión y despertar el interés de muchas personas que hasta el momento elegían consumir mate o café.

A Victoria -ingeniera, presidenta y fundadora del Club del Té- su historia con esta infusión milenaria la transporta a una ceremonia, a un ritual que tenía con su abuela, quien supo transmitirle en cada encuentro sus costumbres, y le abrió las puertas de un mundo mágico de aromas, sabores, conversaciones y relajación.

“El mayor beneficio del té, está en sumar regalos inmateriales, de sentarnos con un amigo cara a cara a disfrutarlo y hacer una verdadera conexión. Se trata de estar presente, de disfrutar el momento en vivo y parar; porque para hacer el té tenemos que parar y hacer una pausa, conectarnos con lo que estamos haciendo y con nuestro interior”.

El té es placer y cultura que nace de la planta Camellia Sinensis; una bebida que tiene minerales, vitaminas y aminoácidos; y que para muchas personas del mundo es considerado un alimento para el cuerpo y el espíritu: “tiene una cultura milenaria, de casi 5000 años y es increíble todo lo que se genera en torno al té, todas las costumbres, los rituales, las ceremonias”, destaca Victoria.

Miles de años de historia, mitos, leyendas, arte y misterios por descubrir; despiertan la curiosidad y atrapa a personas de distintas edades, no solo por sus propiedades saludables y físicas sino también por ser un elemento de confort, bienestar, de relaciones; un conjunto de sensaciones destinadas a provocar algo más.

“Cada país, cada región tiene una ceremonia a la que la gente le pone su impronta. Porque lo más importante es no quedarse solo con la bebida como un producto físico para saciar la sed, sino poder ver todo lo que hay detrás de eso, un mundo muy enriquecedor para el espíritu”, expresa Victoria.

El té tiene su origen en China y si bien su principal producción es en países como Japón o la India; Argentina es uno de los mayores productores y exportadores en América Latina, ubicándose entre los 10 primeros. Allá por el año 1923 un monje ucraniano trajo como presente a su familia semillas de té. Su hermano que era agricultor, plantó las semillas las cuales prosperaron, y así es que tuvo la primera plantación de té.

Argentina es uno de los mayores productores y exportadores en América Latina, ubicándose entre los 10 primeros.

Haciendo un poco de historia, Victoria nos cuenta que: “En aquel entonces el gobierno apoyó la iniciativa y empezó a incentivar la plantación del té; así que ahora se cultiva en toda la provincia de Misiones y en General Virasoro al norte de Corrientes. Somos el 8vo país productor del mundo, con un 95% de la manufactura anual exportada a toda América Latina”.

Té blanco, verde, negro, rojo o amarillo. Todos nacen de la misma planta, la “Camellia Sinensis” que de acuerdo al proceso químico que se aplique en la fábrica —como la oxidación, fijación, marchitado y enrulado— se obtendrán distintas variedades. Ya sea como bebida caliente o fría, el té es consumido aproximadamente por la mitad de la población mundial a pesar de que la planta de café sigue siendo la protagonista comercialmente.

¿Saquito o hebras?

Es muy común hacernos la pregunta acerca de las diferencias que existen entre el té en hebras y el de saquito. ¿Es lo mismo? ¿Varía el sabor?

“La diferencia salta a la vista”, dice Victoria. “Es que en el té en hebras se pueden ver las hojas, el color, su tamaño, forma, cómo están enrulados. Podés ver cómo las hojas se abren en la taza al momento de preparar la infusión. Con la infusión a partir de las hebras se puede disfrutar de distintos aspectos sensoriales, porque además este té nos puede dar mucha más complejidad o sutilezas. A nivel sensorial es mucho más estimulante que un té en saquito”.

“El disfrute de un té en distintas situaciones, impacta de manera diferente en las personas, tiene mucho que ver con cómo estamos predispuestos a recibirlo, a disfrutarlo, cuánta atención prestamos, si tenemos todos los sentidos en eso o estamos haciendo otra cosa a la vez. Cada oportunidad es un descubrimiento, en el té”.

“El té en saquito está picado, adentro de una bolsita, antes y después de prepararlo no lo vemos, queda todo en la bolsita. Es como el fad food, la comodidad. Está diseñado y pensado para ser un té rápido, simple, de mucho color, de sabor intenso, y nada más”, explica la sommelier y agrega: “El té en hebras está hecho para deleitarse, realmente intervienen todos los sentidos, por eso es una oportunidad ideal para hacer toda una ceremonia o un ritual, para realmente disfrutarlo”.

Consejos útiles para preparar un buen té

Como explicaba Victoria, siempre es mejor optar por hojas de té para obtener un mejor sabor y calidad. De acuerdo al té que elijas, cada uno debe ser preparado a diferentes temperaturas y durante periodos de tiempos distintos. Por ejemplo, un té verde tiene que preparase con agua a 70 – 80 grados de temperatura; y el tiempo de duración de la inmersión debe ser entre 1 y 2 minutos.

“Colocás las hebras en el infusor —un elemento que sirve para separarlas del agua—, luego lo ponés dentro de la tetera o taza, que ya contiene el agua a la temperatura indicada de acuerdo al té que hayas elegido”, indica Vitoria y agrega: “Una vez cumplido el tiempo, retirás el infusor y ya tenés tu té preparado perfectamente”.

Para disfrutarlo completamente, usá todos tus sentidos. Desde las texturas en las manos, las sensaciones en la boca, hasta el olfato, pasando también por el oído, al sentir el sonido de las hojas al partirse o la vista, para identificar los colores, formas, contrastes y texturas.

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