12, Enero 2021
“En nuestro país el 90% de chicos tiene perfil en las redes sociales”
¿Para qué usan las redes sociales los adolescentes? ¿A qué están expuestos cuando navegan en Internet? Para conocer más información sobre la relación entre el entorno digital y los jóvenes, dialogamos con Roxana Morduchowicz, Doctora en Comunicación de la Universidad de París y Asesora Senior de la Unesco en Ciudadanía Digital.
La tecnología digital llegó para revolucionar el modo de comunicarnos, las plataformas fomentan la interacción, especialmente entre los más jóvenes. “En la Argentina y en el mundo, el principal uso que hacen los adolescentes de Internet son las redes sociales”, afirma Roxana. “En nuestro país el 90% de chicos y chicas de 13 a 17 años posee algún perfil y el 60% de los preadolescentes de 11 y 12 años tienen una cuenta. Esta es una cifra importante ya que la edad legal mínima para entrar a una red social es de 13 años”.
Al indagar sobre el uso que los adolescentes hacen de las redes, la especialista informa que, en primer lugar, buscan socializar y establecer un contacto con sus pares. “La principal función es comunicativa, la segunda es buscar información ya sea para sus propios intereses o bien para responder consignas de la escuela”. En este sentido, Morduchowicz agrega que “7 de cada 10 adolescentes, se informa a través de las redes sociales, la información obviamente es secundaria, es decir, cuando entran a comunicarse con amigos ven las noticias a través del feed”.
La participación también es una de las opciones elegidas. “De acuerdo con la última investigación que se realizó en 2020 en Argentina, el 98% de los adolescentes valora a las redes sociales como espacio de participación, incluso para responder problemas del colegio o de la comunidad, pero aún menos de la mitad la emplea para participar. Esto significa que, si bien la valoran, hay un camino a recorrer para que también la utilicen”, explica.
“El 98% de los adolescentes valora a las redes sociales como espacio de participación”.
La digitalidad creció con la irrupción de la pandemia. “El uso de Internet en general, incluyendo las redes, se intensificó porque la vida de los adolescentes, y por supuesto la de los adultos, se trasladó a la pantalla”, afirma Roxana. “Los jóvenes empezaron a emplear también otras plataformas como redes sociales. Por ejemplo, antes ingresaban a Netflix para mirar series o películas y las comentaban al día siguiente en la escuela, pero con el confinamiento esa posibilidad de charlar en el aula desapareció. Entonces comenzaron a usar una función de Netflix llamada Party en la que ven entre todos esa misma serie o película y la comentan en el momento, en tiempo real. Aparecieron funciones que fortalecieron la sociabilidad ante la falta de presencialidad”.
Confiabilidad y ciudadanía digital
Un aspecto interesante para analizar es el nivel de confiabilidad de los jóvenes sobre el contenido que circula en las redes sociales. “La credibilidad es muy alta. Los chicos/as suelen decir ´en Internet está todo´ o ´es cierto porque de lo contrario Google no lo hubiera subido´. Esto trae grandes problemas, entre ellos la falta de cuestionamiento o de criticidad”. Ante esta advertencia, la especialista aseguró que es muy importante que los adolescentes sean más críticos y reflexivos “porque corremos el riesgo de que terminen compartiendo o viralizando información de dudosa credibilidad”.
“En nuestro país el 90% de chicos y chicas de 13 a 17 años posee algún perfil y el 60% de los preadolescentes de 11 y 12 años tienen una cuenta. Esta es una cifra importante ya que la edad legal mínima para entrar a una red social es de 13 años”.
Pero ¿cómo incentivarlos para lograr que realicen juicios de valor respecto de lo que ven y leen? “La mejor herramienta es estimular una formación en ciudadanía digital, algo que la Unesco promueve y propone para todo el mundo, fortalecer esta ciudadanía digital. Esto significa, implementar un uso reflexivo, crítico, ético y creativo de las tecnologías e Internet y necesitamos una escuela que promueva estos usos”. Además, Roxana Morduchowicz añade: “Precisamos que el sector privado se comprometa, por ejemplo, es necesario que las compañías de tecnología también realicen campañas, que hagan más transparente las propuestas dirigidas a los adolescentes”.
El rol de las madres y los padres
“¿Debemos controlar el uso que los adolescentes hacen de las plataformas virtuales?”, un interrogante muy común entre los adultos. “La primera recomendación es estar al tanto del uso que hacen los adolescentes de las pantallas. Está muy instalado en los hogares preguntarles cómo les fue en el examen de historia o matemáticas, pero no se les pregunta ¿qué hiciste hoy en Internet?”.
Morduchowicz destaca la necesidad de que madres y padres dialoguen con sus hijos sobre el uso que hacen de las redes, sin invadir la privacidad. Sugiere indagar sobre qué los enojó, divirtió, angustió, qué aprendieron y con quién se comunicaron, acompañarlos a través del diálogo, ser partícipes de su cotidianeidad virtual. “Los adultos no queremos saber de qué conversaron con sus amigos, pero sí pretendemos estar seguros de que aquellos con quienes hablaron sean conocidos de la escuela, del barrio, club, edificio, sin irrumpir en su intimidad, pero sí estar al tanto del uso que hacen de las pantallas”.
Morduchowicz destaca la necesidad de que madres y padres dialoguen con sus hijos sobre el uso que hacen de las redes, sin invadir la privacidad.
En el caso de los preadolescentes, Roxana Morduchowicz aconseja “evitar la presencia de tecnologías en el cuarto ya que las consecuencias se evidencian en todo el mundo: más horas de usabilidad y más soledad porque el dormitorio es un territorio al que muchos padres no ingresan”. Al referirse a los adolescentes, aclara que “es más difícil no equipar la habitación con tecnología entonces lo que se propone es que, a la noche, los dispositivos se carguen en espacios de circulación colectiva, es decir, que no permanezcan en el cuarto de los jóvenes, sino en un comedor, escritorio, cocina, lo que se disponga pero que sea en espacio fuera de la pieza”.