Maternidad

12, Enero 2021

Estrés infantil: estrategias para ayudar a los más pequeños

Es una realidad: el estrés no es exclusivo de los adultos. Los niños y las niñas también pueden experimentar esta sensación cuando se enfrentan a situaciones nuevas o inesperadas. Para los más pequeños, factores como los conflictos en el hogar, la separación de los padres o la pérdida de un ser querido son causas comunes de estrés. En el ámbito escolar, enfrentarse a la tarea de hacer nuevos amigos o presentar exámenes puede ser abrumador.

Los niños son como esponjas emocionales; captan y responden a las tensiones de su entorno. Pueden percibir cuando sus padres están estresados y reflejar esos sentimientos en su propio comportamiento.

Señales y síntomas del estrés en la infancia

Cuando un niño experimenta estrés, su cuerpo reacciona liberando hormonas como la adrenalina y el cortisol, lo que desencadena la respuesta de “lucha o huida”. Esta reacción puede tener diversas manifestaciones tanto físicas como emocionales. 

Síntomas físicos:

  • Respiración rápida y superficial, sudoración excesiva y palpitaciones.
  • Dolores de cabeza, mareos y problemas para dormir.
  • Náuseas, malestar estomacal y otros problemas digestivos.
  • Cambios en el apetito, que pueden llevar a ganar o perder peso.
  • Dolores corporales frecuentes y una mayor vulnerabilidad a enfermedades.

Síntomas emocionales y mentales:

  • Irritabilidad y enojo, que pueden resultar en arrebatos de furia o aislamiento social.
  • Desinterés por las responsabilidades, dificultad para concentrarse y menor rendimiento en las tareas diarias.
  • Sentimientos de tristeza constante o angustia, con una tendencia a llorar con facilidad.

Es crucial observar cualquier síntoma físico o emocional inusual y no pasarlo por alto, ya que el estrés prolongado puede afectar profundamente la vida de una persona.

¿Cómo ayudarlos a afrontar el estrés?

Cuando los niños y las niñas experimentan estrés, los adultos juegan un papel crucial en guiarlos y apoyarlos. Algunas estrategias son:

Identificar los desencadenantes: ayudar a reconocer las situaciones que generan estrés. Una vez identificados, se pueden trabajar con métodos para prevenir o manejar estos momentos de manera más eficaz.

Ofrecer apoyo afectivo: brindarles más cariño, tiempo y atención. 

Ser un modelo a seguir: compartir con ellos cómo manejás tus propias situaciones estresantes. Al mostrarles tus estrategias y técnicas, ayudarás a aprender hábitos útiles para gestionar sus propias emociones.

Fomentar el pensamiento positivo: si escuchás comentarios como “no sirvo para nada” o “me da miedo salir”, preguntá qué les hace sentir así y recordá los logros que alcanzaron. Reforzar sus éxitos y capacidades para ayudarles a creer en sí mismos y en su capacidad para superar desafíos.

Promover los hábitos saludables: buen descanso, alimentación adecuada son esenciales para manejar el estrés. Los niños de 6 a 12 años necesitan entre 9 y 12 horas de sueño por noche, mientras que los adolescentes requieren entre 8 y 10 horas.

Incentivar la actividad física y el tiempo al aire libre: animarlos a salir, jugar y socializar con amigos. El ejercicio y prácticas como la meditación y la respiración profunda son excelentes para promover la calma.

Si tu hijo o hija tiene dificultades para manejar la situación, considera buscar la ayuda de un profesional. 

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