12, Enero 2021
¿Por qué los perros domésticos pueden atacar a los miembros de una familia?
Muchas veces se piensa que, al ser de la familia, el animal no va a atentar contra la vida de sus cuidadores. Qué hacer para evitarlo y cuáles son los motivos de los ataques.
La raza del animal nada tiene que ver, lo que importa es su porte el cual determinará las consecuencias posteriores a un posible ataque. Las situaciones de este estilo se producen, sobre todo, en niños/as que son mordidos por perros de la familia. En primer lugar, es recomendable nunca dejar solo al o a los animales con un menor de edad ya que es propenso, por ejemplo, a tropezarse y caerse, despertando el instinto de cacería de los caninos. Por otro lado, es erróneo también no adiestrarlos: los perros necesitan tiempo de juego, descarga de energía. No se “crían solos”. La educación, aún cuando son cachorros y la responsabilidad de sus dueños, son claves para evitar este tipo de situaciones.
No es una cuestión genética, es decir, no es que “nacen agresivos” o “son razas agresivas”. Konrad Lorenz, Premio Nobel de Medicina en 1973, demostró que el comportamiento de una especie gregaria (que suele vivir en manada) depende sólo un 20% de lo genético y el 80% restante depende de lo ambiental, es decir, la educación, crianza, atención, socialización, entre otros aspectos. Las conductas a los que se someten a los perros a temprana edad (no permitir que salgan a la calle, adoptarlos desde muy pequeños) ocasiona que no tengan tiempo de inhibir su mordida. Los cachorros tienen un periodo crítico de socialización (comenzando -con pequeñas diferencias entre razas- en la tercera semana de vida y concluyendo entre la 12 y la 16).
Por estos motivos es imprescindible respetar los tiempos del animal, no dejarlo solo con niños pequeños, no invadirlos y educarlos para que entiendan en qué ambiente están y quienes son las personas de confianza. Además, prestar mucha atención a sus conductas, si el animal ataca o está por atacar, no hay que amenazarlo ni gritarle, hay que separarlo con la mayor calma que se pueda en ese momento porque mientras más amenazado se sienta, más deseará morder.