Saludablemente

12, Enero 2021

¿Cómo abordar y accionar ante una situación de bullying?

El Equipo ABA- Anti Bullying Argentina- es una Asociación Civil que tiene por objetivo dar respuesta a este fenómeno el cual afecta a niños y adolescentes. Conversamos con Candelaria Irazusta, una de sus fundadoras, para conocer más acerca de esta problemática.

Lic. Candelaria Irazusta.

¿Cómo diferenciamos un conflicto cotidiano de acoso escolar? Este último es persistente y sistemático, se mantiene a lo largo del tiempo y genera un desgaste en aquellos chicos o chicas que lo padecen. Son conductas intencionadas, ofensivas, intimidantes cuyas consecuencias repercuten en la víctima y la afectan en todas las esferas de su vida. En el ámbito escolar, quienes lo sufren, disminuyen su rendimiento académico porque se distraen y sólo se preocupan en cómo pueden protegerse de las agresiones. También, por el contrario, pueden llegar a aumentar sus calificaciones con el objetivo de destacarse y obtener protección de algún docente. En la esfera social, las víctimas de bullying comienzan a perder amistades, se sienten excluidas: no son invitadas a cumpleaños, a actividades extraes- colares en general. Esto deriva en desórdenes anímicos: depresión, sensación de indefensión, de vulnerabilidad, decaimiento, anhedonia; se transforma en un problema crónico, asumen que nunca se va a terminar. Por último, también pueden manifestar síntomas físicos: pierden o aumentan de peso a causa de la ansiedad.

Al respecto, la Licenciada en Psicología Infanto-juvenil, Candelaria Irazusta, afirma que para los/as agresores/as también hay consecuencias. Aprenden que la violencia es la única manera de resolver los conflictos y, en muchos casos, cuentan con el apoyo de sus pares.

El bullying no es un problema entre víctima y victimario, sino que hay una dinámica grupal que no está funcionando.

Así, en la adultez, tienen más posibilidades de convertirse en adultos que desarrollen modelos relaciona- les violentos con sus hijos o pareja ya que les cuesta reconocer que están actuando de forma incorrecta. Por eso recomienda, a los adultos, involucrarse en la vida escolar de sus hijos y no minimizar lo que cuentan. Es importante trabajar en la alfabetización emocional o gestión de las emociones, es decir, que los niños o adolescentes manejen sus enojos, que sean asertivos y puedan plantear límites a los de- más, que se expresen y comenten lo que les pasa. No obstante, este compromiso debe compartirse con la institución educativa la que debe involucrarse para disminuir conductas violentas.

¿Hay alguna manera de prevenir el bullying? Sí, hay que ser sumamente específicos para abordar la solución, es decir, no mezclar los casos de conflicto con los de bullying. No son sinónimos. Muchas veces se aplican estrategias de abordaje que serían más adecuadas en un caso y no en otro. Desde Equipo ABA ofrecen un protocolo anti bullying en el que se detalla el paso a paso para ayudar a que cada escuela se ocupe de estos sucesos. Ahora bien, ¿cómo diferenciarlos? El acoso escolar sucede entre pares, no entre personas de diferente rango etario. El hostigamiento puede darse tanto en actividades dentro del establecimiento educativo como fuera (hasta en el terreno virtual) por ejemplo en espacios recreativos como clubes o espacio deportivos.

A diferencia de un conflicto, el bullying no es algo aislado, esporádico u ocasional. Por el contrario, este tipo de violencia se repite día tras día, semana tras semana y puede durar años. Otra característica es que la víctima no se siente igual a su agresor o agresora, es una situación que presenta un desequilibrio de poder: hay una persona que se siente inferior a quien le está generando malestar, se siente incapaz de manifestar límites porque “se cree menos”. Un conflicto, a menudo, se resuelve y no posee efectos colaterales. En el caso del acoso, sí. Repercute en el clima escolar del grupo, en la salud mental de todos los participantes y ahí es fundamental el rol de los educadores en conjunto con los padres para encontrar una solución. Los tutores, psicólogos y personal académico son los responsables de detectar el bullying de forma temprana observando las conductas de sus alumnos para evitar que aquellos niños que son agredidos lleven consigo marcas muy profundas de autoestima y autoconfianza. “Una escuela que no trabaja y no aborda estos casos, es una escuela que está permitiendo que esas conductas se instalen y dejen consecuencias graves que son difíciles de revertir”, afirma Candelaria.

Cabe destacar que el bullying no es un problema entre “víctima y victimario”, es un problema de grupo, es decir, hay una dinámica grupal que no está funcionando donde el protagonista es el miedo que no sólo repercute en quien es objeto de agresiones sino también de aquellas personas que observan. Ellos/as asumen el rol de “testigos silenciosos” porque tienen temor a ser cata- logados como “buchones” y formar parte de esas burlas. Al respecto, Candelaria agregó “hay que explicarles que pedir ayuda no es sinónimo de represalias. Hay que hacerles saber que están protegidos, que, si hablan, van a estar cuidados. Como adultos, debemos crearles un entorno seguro y, ¿cómo lo logramos? Capacitándonos, escuchando, abriendo el diálogo”.

Los organismos a los que se le pueden pedir ayuda, además de las Organizaciones de la Sociedad Civil, son a las Direcciones de Escuelas (tanto privadas como públicas) y a la línea 102, que es la línea de Derechos del Niño y Adolescentes. “Cualquier niño o niña puede ser víctima de bullying si hay un contexto que favorece la aparición de acoso, que no apoya o interviene. Estas agresiones son más frecuentes en aquellos que pertenecen a minorías, se destacan por algún rasgo personal o físico. Por eso no debemos permitir que se lleguen a casos extremos para solicitar asesoría de un profesional psicólogo o psiquiatra. Es más, este debe ser el primer paso para denunciar una situación de acoso”, concluyó.

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