12, Enero 2021
Educación emocional durante la infancia
Una vida más saludable: el desarrollo de la inteligencia emocional en los menores ayuda a su proceso de socialización y mejora su comprensión del entorno.
¿Qué es la inteligencia emocional? Según Salovey y Mayer (dos estudiosos de la materia), es la capacidad para supervisar emociones y sentimientos de uno mismo y de los demás para orientar la acción y el pensamiento propio. La infancia es el momento ideal para aprenderla. Con el pasar del tiempo y más aún luego de la pandemia, los trastornos emocionales, problemas de autoestima, dificultades de aprendizaje y mala gestión de las emociones en niños/as y adolescentes ha aumentado considerablemente.
La inteligencia emocional está compuesta por la conciencia individual de la persona y en relación al resto: control de los impulsos, capacidad de autorregular el estrés y la ansiedad. La familia es el primer agente socializador, por ende es esperable que allí se aprenda que, por un lado, están los sentimientos de los/as menores que deben escucharse, validarse y respetarse; y, por el otro, están las conductas. En el momento de equilibrar las emociones primitivas e instintivas, se logra una relación perfecta y productiva con el mundo que nos rodea.
Existen un conjunto de acciones que pueden estimular este tipo de inteligencia:
- Fomentar la comunicación, expresión, el razonamiento, las conversaciones cotidianas, juegos, canciones. Son actividades clave para que se desarrolle la escucha.
- A partir de los dos años de vida, el adulto ya puede enseñar, descubrir y reconocer las emociones junto a ese niño/a.
- En los momentos de enojo o furia, la persona mayor puede acompañar al menor estando presente, cerca, tratando de calmar la situación regulando la respiración, el tono de voz. Una vez que se tranquilice, hablar con firmeza y cariño sobre el motivo de la negativa o reproche.
- Invitar a que el/la pequeño/a se pregunte ¿para qué sirve esta emoción? ¿para qué me sirve este comportamiento?, así se iniciará una etapa de reflexión personal y de autoconciencia emocional.
Durante la niñez, es fundamental manejar la ansiedad para establecer una base sólida que le permita dominar las situaciones con las que se enfrentará y lograr mayor concentración. La mejor manera es que este tipo de educación forme parte del entorno escolar y familiar.