12, Enero 2021
Parentalidad positiva, elemento clave para abordar el acoso escolar
La 2da edición del Ciclo de Charlas de Fundación SanCor Salud titulada “Educación parental: Bullying” se inició con una disertación en vivo donde asistieron virtualmente más de 550 asistentes. Las especialistas Licenciada Carolina Tiscornia y Licenciada Candelaria Irazusta, ambas integrantes y fundadoras del Equipo ABA (Asociación Civil Anti-Bullying Argentina), abordaron con profesionalismo y responsabilidad una problemática latente en la sociedad.
“El Bullying no es un conflicto normal de la infancia, es una forma grave y específica de violencia, maltrato, hostigamiento, persecución física o psicológica hacia individuos determinados, entre pares”, destacó la Lic. Carolina Tiscornia. “Normalmente intencionado y perjudicial de un estudiante hacia otro compañero, generalmente más ´débil´, al que convierte en su víctima habitual”, agregó.
¿Cómo detectarlo?
Candelaria Irazusta hizo énfasis en el diálogo, el primer recurso para detectar la presencia de bullying. “Es indispensable contar con información para formular las preguntas adecuadas que lleven a un buen diagnóstico”, indicó la profesional. En este sentido, resaltó la importancia de una comunicación efectiva y afectiva, hacerle saber que cuenta con una red de apoyo para atravesar lo que le pasa.
Puede ocurrir que no cuenten lo que les ocurre, en ese caso las especialistas profundizaron en las señales de alarma para su detección temprana. “Estas situaciones de acoso escolar se mantienen en el círculo del silencio. A los chicos, cuando hay un desbalance del poder, les da vergüenza contarlo porque sienten que es su culpa, que algo hicieron para merecerlo”, destacó Carolina. “Es muy importante leer las señales de alarma para intervenir a tiempo, es decir, los indicios que nos dan que indican que el fenómeno está sucediendo”.
Entre las señales más recurrentes, dejar de querer ir a clases, pérdida de interés por las actividades que antes sí les gustaban, disminución o éxito en el rendimiento académico, más soledad, lejanía, refugio en los adultos, cambios en su conducta y estados de ánimo sintiéndose más explosivos e irritables. Además de, muchas veces, somatizar su estado en lo físico como por ejemplo vómitos, pesadillas, insomnio, inapetencia o, por el contrario, mayor apetito. “Cuando se suman varias de estas señales, debemos prender la alarma, saber que algo está pasando por lo que debemos allí mostrar el apoyo y contención”, agregó Carolina Tiscornia.
“Es muy importante leer las señales de alarma para intervenir a tiempo, es decir, los indicios que nos dan que indican que el fenómeno está sucediendo”.
¿Cómo deben responder madres y padres?
Al detectar que un/a hijo/a sufre una situación de acoso escolar, es muy importante que madres y padres elijan qué respuesta deben dar, tal como dice Candelaria, “cuando respondemos en lugar de reaccionar, podemos elegir qué es lo que vamos a hacer”. Para brindar herramientas, las especialistas detallaron tres estilos de respuesta parental:
Respuesta evitativa: ignorar las señales de alarma, “ya va a pasar”, “es propio de la infancia”.
Respuesta catastrófica: padres y madres que toman actitudes de violencia para con los/as agresores de sus hijos, con el grupo de padres, no pueden regular sus emociones que, si bien surgen del instinto de protección, ocasionan que el menor se retrotraiga y no pueda hablar.
Respuesta equilibrada: surge de tomarse un tiempo, actuar cuando las emociones se encuentren reguladas para lograr una comunicación afectiva y efectiva.
¿Cómo intervenir?
“Las intervenciones generales son con la víctima, medidas de contención, y con el agresor, medidas reparatorias y de reconocimiento”, indicó Candelaria y advirtió que “si sospechamos que nuestro hijo es víctima lo primero que debemos hacer es decirle esto no es tu culpa´, sacar la responsabilidad de la víctima”, además de “validar sus emociones, involucrarnos en su vida escolar, entrenarlos a responder de manera asertiva, seamos modelo de ejemplo en resoluciones pacíficas de conflicto y, muy importante, trabajar colaborativamente con la escuela”.
Al finalizar la disertación, enfatizaron sobre la parentalidad positiva, un elemento fundamental para la prevención de la violencia. “Se trata de estar presentes, que los jóvenes sepan que cuentan con nosotros siempre, escucharlos, estar en radar, a diario”, explicó Carolina.