12, Enero 2021
“La Argentina no ha podido todavía desarrollar toda la capacidad de producción que tiene”
El sociólogo e investigador de la UCA analizó la situación del país en un complejo escenario dejando atrás un año que buscó desprenderse de la crisis y de los golpes de la pandemia.
“Necesitamos un acuerdo entre todos los sectores, que exceda al poder de turno”.
La realidad socioeconómica argentina presenta históricamente problemáticas que podrían considerarse “estructurales”. La situación económica y financiera preexistente, sumada a los golpes de la pandemia que afectaron a la mayoría de los sectores productivos, dejaron un panorama que obliga a mirarla con una perspectiva integral para pensar en vías de solución.
Eduardo Donza, sociólogo e investigador del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) analizó junto a Vida & Salud algunas de estas cuestiones que, además, recibieron este año el inevitable tinte electoral.
“La Argentina no ha podido con los diferentes gobiernos, desarrollar toda la capacidad de producción que tiene”, considera. “Es un problema central que venimos arrastrando desde hace mucho tiempo”, agrega.
¿Qué problemas principales o estructurales arrastraba la Argentina antes de la pandemia?
“Tenemos un sector que está muy desarrollado, que es el micro informal, de establecimientos pequeños, baja productividad, que no pagan salarios elevados y que tienen a la mitad de los trabajadores no registrados. Solo el 35% de los ocupados están en un sector formal de la economía, dinámico, competitivo; y un 15% está en el sector público.
Otro problema muy serio es la inflación: no pueden detenerse los procesos inflacionarios. Se transformó en un flagelo que erosiona los ingresos de los trabajadores, de los perceptores de ingresos del Estado y también las expectativas de los empresarios”.
“Solo el 35% de los ocupados están en un sector formal de la economía, dinámico, competitivo; y un 15% está en el sector público”.
¿La pandemia puso un freno a una posible recuperación económica?
“Complicó más todo. Hay sectores que fueron mucho más golpeados, como el turismo, la gastronomía, pero ha perjudicado en general a la mayoría. Salvo al sector agropecuario, que tiene otra dinámica, al igual que el financiero. El Producto Bruto Interno (PBI) del 2020 descendió un 9,6%. Nos deja una situación muy golpeada; llegamos al 2020 con una situación de déficit, una deuda muy importante y una inflación que después se aceleró más”.
¿Por qué falta empleo genuino?
“No tenemos políticas de Estado que apunten a la producción y al trabajo. Esto en relación con cuestiones de seguridad, educativas y de salud, pero que no dependan de un gobierno, que sean consensuadas, sostenidas en el tiempo. No hay una política que apunte a que los empresarios puedan armar un rumbo e ir en ese sentido, que les dé sustentabilidad a las inversiones”.
¿Qué condiciones deberían darse para que esa situación comience a cambiar?
“Necesitamos que haya un acuerdo entre todos los sectores, que exceda al poder de turno. Hablamos de políticas que sean a mediano y largo plazo; se tienen que sentar los empresarios, que son los que generan empleo genuino, los formadores de precios por las cuestiones de la inflación, inversores, los sindicatos, las organizaciones de base con sus representantes, que representan a gran parte de los trabajadores de la economía social, popular y hasta los desocupados. Imprescindible también que esté presente el sistema de ciencia y tecnología, porque hay que ver cómo producir más y apuntar a las exportaciones”.
¿Es posible establecer acuerdos, y más cuando se interponen intereses políticos?
“Con el conflicto no hemos llegado a nada, al contrario, hemos perdido muchas cosas que tenemos. El arranque justamente tiene que venir del sistema político, es el que debe hacer la convocatoria. Un sector gobernante tiene que tener la suficiente humildad para reconocer que los problemas son muy graves y que no los puede resolver un solo sector”.
“Con el conflicto no hemos llegado a nada, al contrario, hemos perdido muchas cosas. Hay que alcanzar acuerdos. Con un plan estratégico de 10 años y más, que dé certidumbre, puede que notemos cambios”.
¿Cómo influye en este punto un año como el 2021, electoral?
“Cuando hay épocas eleccionarias, todos nos van a decir que es fácil resolver los problemas. Nadie va a decir que promete solo sudor y lágrimas, porque no van a ganar con eso. Pero tienen que darse cuenta de que los problemas son muy serios y desde hace décadas. Este año es una pausa, para salir de la pandemia.
Ojalá sea un punto de inflexión en, por lo menos, la evolución del PBI. Por eso tengo la expectativa de que haya una toma de conciencia en los dirigentes políticos, sectoriales, de empresas, todos los que tienen peso y que de ahí en adelante se puedan lograr acuerdos”.
¿Cuán necesarias son las asistencias de parte del Estado?
“Lamentablemente los programas de transferencias condicionadas (así se llaman), llegaron en el año 2002, con el ´Jefes y Jefas de hogar´, que para 2003 lo percibían cerca de 2 millones de familias, y no las pudimos retirar. Esto porque los ingresos de las familias están debilitados.
Son programas de emergencia y desde hace 20 años vivimos en emergencia. Son necesarias para paliar el hambre, pero no alcanzan. Las posibilidades de que se retiren son muy pocas, porque son necesarias. Sino los niveles de indigencia serían muy altos”.
¿En cuánto tiempo podría percibirse una recuperación en los indicadores?
“Tiene que haber un crecimiento del Producto Bruto sostenido. Con que crezca, a valores reales un 2%, si se mantiene durante 20 años, logramos bajar la pobreza al 20% o 25%. Hay que hacer las cosas bien durante décadas para mejoras significativas. Pero con un plan estratégico de 10 años y más, que dé certidumbre, puede que notemos cambios”.