12, Enero 2021
Eduardo Sacheri: “Escribo porque me hace bien”
El escritor, guionista y docente también es nombre conocido en la industria televisiva, en la radio y el cine. En una charla con Vida & Salud, reflexionó sobre el proceso de escritura, su actualidad profesional y lo que le dejó la pandemia.
Quien haya leído a Eduardo Sacheri, probablemente perciba extraña la idea de que se haya dedicado a la literatura de forma “accidental”. O como resultado de “una serie de felices casualidades”, como describe.
El consagrado autor de La pregunta de sus ojos (2005), Papeles en el viento (2011) y Aráoz y la verdad (2008), entre muchos otros, guionista y docente, cuenta que hoy, igual que la primera vez, escribe “porque le hace bien”.
Licenciado en Historia por la Universidad Nacional de Luján, sabe impregnar en sus obras un sello que sin dudas penetra en las fibras de los lectores. “Mi mundo narrativo es el Gran Buenos Aires (nació y vive en Castelar): mi tiempo, mi geografía, la gente que me rodea, con sus historias, o mi propia vida”, cuenta. “No digo que escribía lo que fuera verdad, sino que el mundo sobre el que inventaba era el mío real”, agrega sobre los días en los que pasó de solo leer, a crear.
Por eso Sacheri no habla de inspiración al referirse al momento de sentarse a escribir. Es más, considera que el concepto es “difícil de definir, y en mi caso, hasta de entender”. Según relata, la creación tiene que ver con un proceso. “Yo creo que estás atento a lo que hay alrededor, a lo que pasa en tu mundo, y eso lo mezclás con lo que vos mismo sentís, deseás, temés”, describe. “Esa intersección entre lo de afuera y lo de adentro. Hay un método de trabajo”, reflexiona.
Con una carrera sólida y en constante crecimiento, reconoce que sus trabajos en medios masivos como esos primeros relatos futboleros que Alejandro Apo difundía en su ciclo en Radio Continental en los años 90, resultaron catapultas fundamentales para su reconocimiento. “En aquel primer salto, la difusión en la radio consolidó mi posibilidad de publicar libros. Del mismo modo vivo todos los otros enviones”, dice.
“El mundo de los libros es más bien pequeño, estable, pero la radio, las redes, la televisión, el cine, son mucho más masivos. Pueden ser una caja de resonancia que te permite consolidar en el de los libros, que es el que me sigue importando”, aclara el escritor.
Así, sin buscarlo pero aceptando el reto, varias de sus obras llegaron también a la pantalla grande. La primera adaptación fue nada menos que La pregunta de sus ojos, que junto con el director Juan José Campanella adaptaron para el film El secreto de sus ojos (2009). “Es todo un desafío como autor de la novela involucrarte con la escritura del guión, porque te obliga a modificar tu propia obra, el lenguaje, y además hacerlo con otra persona”, asume. “Ese modelo de laburo después se me instaló en la vida y lo mismo pasó con Papeles en el viento o La Noche de la Usina (cuya historia contó la película “La Odisea de los giles”)”, agrega.
El año de pandemia: entre clases, dificultades y nuevos proyectos
Sacheri reconoce que en el plano laboral el año pasado fue “provechoso”. Finalizó una novela que prevé se publique en junio, continuó con su trabajo docente y lideró el ciclo televisivo de literatura y deporte “Contar la Vida” (emitido por la señal DeporTV).
Sin embargo, admite que la pandemia también irrumpió en su realidad. “Lo padecí mucho al 2020, como le pasó a mucha gente: la incertidumbre, el enclaustramiento, los conflictos entre formas de cuidarse entre unos y otros. Me resultó desgastante”, cuenta. “Toda la discusión pública sobre qué se podía hacer y qué no, qué era peligroso. Es todavía una fuente de incertidumbre, cansancio y malestar. Me encerré mucho más a trabajar, pero no es una sensación agradable la de querer meterte en una cueva porque no me banco más lo que viene del mundo exterior”, describe sobre su experiencia.
El hablar pausado, con la elección justa de adjetivos y verbos es una característica que además de definir al Eduardo Sacheri escritor, puede aplicar a su faceta de profesor; tarea a la que se dedica desde hace años en una escuela de Ramos Mejía. Según recopila, también se presentaron nuevas dificultades en el ciclo que pasó.
“Tuvimos la ventaja, tanto mis alumnos como yo, de contar con buenas herramientas tecnológicas, pero aún así, nos costó mucho”, asegura.
En ese sentido, apuntó a la necesidad de concretar cambios con respecto al área educativa. “El sistema reaccionó demasiado a la defensiva, y siento que se perdieron un montón de oportunidades”, opina. “En este contexto todo es difícil y toda iniciativa es incompleta. No hay modo de que el 2020 haya sido un año provechoso, pero ahí me parece que entra el cuán malo puede ser, hay una graduación”.