12, Enero 2021
“El humor me ayudó a salvarme del bullying”
El actor y comediante, encargado del humor cada mañana en “Flor de Equipo”, en un recorrido sobre su vida contó cómo fueron sus inicios, qué cosas lo forjaron y quiénes fueron sus maestros.
Martín Mariano Campilongo, más conocido como Campi, hace reír a carcajadas en el programa que conduce Florencia Peña todas las mañanas en Telefé. Sin embargo, su trabajo empieza en su taller donde él mismo produce sus máscaras y vestuarios de los personajes que luego luce frente a las cámaras.
Con “los pies sobre la tierra” reconoce que cada cosa que le tocó atravesar le sirvió para ser el artista multifacético que es en la actualidad.
¿Qué trabajos tuviste antes de ser artista?
“Comencé pintando vasos y los vendía por la calle, fui supervisor de una empresa multinacional de hamburguesas, fabriqué ropa. Luego, tuve un videoclub y, mientras tanto, hacía ‘teatro a la gorra’ y como me iba mejor con éste, le regalé el videoclub a un amigo”.
Hacías teatro a la gorra en Montevideo, ¿cómo llegaste allá?
“Yo no conocía Uruguay y una amiga escenógrafa me invitó a ver una obra que estrenaba. Bajé del barco y me enamoré de Montevideo. Por esos tiempos, vivía con mi madre. Llegué, la llamé y le dije ´me quedo a vivir acá´. Pero, con el tiempo me empezaron a llamar desde Buenos Aires, donde actuaba a la gorra, entonces vivía 5 días en Uruguay y 2 días en Argentina”.
Te formaste en el under de los 90, ¿qué cosas te forjaron de esa época para ser quien sos hoy?
“Cada cosa que hice en mi vida me construyó para ser quien soy hoy. Lo de los ‘90 fue muy fuerte. A mí me tocó eso, ir a pegar afiches a las 2 de la mañana para que me vayan a ver a un sótano donde actuaba a la gorra. Pero, siempre lo viví con mucha alegría, con mucha dedicación y no me arrepiento de nada. Estoy feliz con el resultado del camino”.
“Si nos riéramos de lo mismo que en los ‘90 estaríamos en problemas, seríamos una sociedad estancada”.
¿Cómo se vive el cambio de actuar “a la gorra” a hacer 40 puntos de rating en televisión?, ¿te mareaste en algún momento?
“Siempre tuve los pies en la tierra. Hay una anécdota que siempre cuento porque me marcó, salíamos de Video Match, en el mejor momento, éramos los Rolling Stone. Salgo de Telefé y afuera había una mujer con un cuadernito, en esa época no había teléfonos con cámara, nada. Y me dice ´¡firmame Campi; vos sos el mejor, yo miro el programa por vos!´. En ese momento, mientras firmaba, sale Yayo y la misma mujer con el cuadernito le empieza a decir exactamente lo mismo (se ríe). Y ahí dije ´esto es todo mentira´. La única verdad es que yo no soy el mejor, ni soy el peor”.
Es conocido que vos hacés las máscaras de los personajes que imitás, ¿dónde aprendiste el oficio?
“Pasé mi infancia en el taller de mi abuelo que hacía plumeros. Mis abuelos vivían debajo de mi casa y ambas estaban conectadas con su fábrica. Como mis padres trabajaban, me pasaba el día ahí, pegando cosas, haciendo juguetes. Hoy tengo mi propio taller, pero de personajes, donde sigo construyendo y, ahora, mis hijos se pasan el día ahí”.
Les enseñás a construir máscaras y personajes a tus hijos…
“Si, pero sin proponérmelo. Ellos van adquiriendo conocimientos porque me acompañan y yo les explico sobre los materiales, cómo pegar pelo, les voy enseñando sin que se den cuenta”.
En todo este recorrido, ¿dónde nace tu vocación por la actuación y el humor?
“Todo es el resultado de la propia historia de cada uno. A mí el humor me ayudó a salvarme del bullying en el colegio. Descubrí que riéndome los anulaba”.
Un mecanismo de defensa…
“Sí, era un arma. No solo para defenderme, sino para atacar (se ríe). Y, también, fue un arma para seducir. El humor me fue muy útil a lo largo de mi vida. Por esa época, además, hacía caricaturas y éstas, ahora, las hago en mi cara, en mi cuerpo, creando personajes. Luego, empecé a estudiar teatro porque no me pedían título secundario y descubrí que me apasionaba”.
¿Qué referentes teatrales te marcaron?
“Mi primer maestro fue Agustín Alezzo. Estudié cinco años con él. Y estuve algunos años más con Carlos Gandolfo, y después con Ricardo Bartis. Ahora sigo estudiando, pero tengo maestros que son compañeros, como Antonio Gasalla, Tano Ranni, entre muchos otros, que me han enseñado cosas maravillosas”.
Es conocida tu relación con Antonio Gasalla, ¿qué seguís aprendiendo de él?
“Yo puedo estar arriba de un escenario con Antonio (Gasalla) compartiendo una obra y al mismo tiempo estoy aprendiendo. Él fue el primero que me habló de la energía del actor. Me obsesionaba pensar en las energías de las personas para luego imitarlas”.
El humor está en movimiento, hay cosas que ya no se permiten tanto, ¿cómo vivís el cambio del género?
“En realidad, nunca se hizo chistes con todo. En las épocas de Olmedo, se hacían chistes machistas, sin embargo, había otros temas de los que tenían cuidado, por ejemplo, no se hacía humor con la Guerra de Malvinas. Ahora los cuidados son distintos, pero eso habla de una sociedad en movimiento, en crecimiento. Si nos riéramos de lo mismo que en los ‘90 estaríamos en problemas, seríamos una sociedad estancada. El humor, igual que la música, es el mejor reflejo de una sociedad. Y como soy parte de la sociedad, yo también maduré y hay ciertas cosas que ya no me causan”.
“El humor, igual que la música, es el mejor reflejo de una sociedad”.
Estás en “Flor de equipo”, ¿qué otros proyectos vienen por delante?
“Volvemos con la obra teatral ‘Los Bonomos’ con Lizy Tagliani, Osqui Guzmán, Peto Menahem, Ana Gutierrez, Manuela Pal y la producción de Gustavo Yankelevich. Y, también, estamos a la espera de una mayor apertura de los cines para estrenar dos películas. Una con Roberto Moldavsky, Jorgelina Aruzzi, y todo un elenco divino. Y, la otra la hicimos con Florencia Peña, Soledad Silveyra, que también estamos a la espera de que la gente vuelva a los cines para estrenarla”.