12, Enero 2021
Fumar es el factor que más altera las defensas, incluso años después de dejarlo
El tabaquismo modifica la respuesta inmune hasta años después de dejar de fumar, lo cual no solo puede aumentar la predisposición a desarrollar enfermedades, sino que también puede agravar cualquier padecimiento crónico.
Un estudio publicado recientemente en la revista Nature por un equipo internacional de investigadores del Instituto Pasteur de París y del Instituto Karolinska de Suecia evalúa la influencia de los factores ambientales sobre el sistema inmune.
Para llevar adelante su investigación, los profesionales realizaron análisis de sangre en unas mil personas voluntarias de entre 20 y 70 años, en buen estado de salud y nacidas en cinco décadas distintas y considerando 136 variables sociodemográficas y ambientales.
Los científicos evaluaron puntualmente la cantidad de citocinas que segregaban las personas; se trata de las proteínas que libera el sistema inmunitario como respuesta a una infección o a un tóxico para poder defenderse. El resultado fue contundente: de todos los factores estudiados, el tabaquismo fue el que más influyó en la respuesta inmunitaria.
Así, descubrieron que algunos de los efectos adversos del tabaco son transitorios, pero otros pueden permanecer en el organismo hasta años después de dejar de fumar, lo que podría generar enfermedades autoinmunes, cáncer o alergias.
El organismo tiene memoria de haber fumado
Los equipos investigadores concluyeron que mientras los efectos del tabaquismo sobre las respuestas inmunes innatas se pierden rápidamente tras dejar de fumar, los daños sobre las respuestas adaptativas persisten hasta 10 o 15 años después de abandonar el tabaco.
Polly Matzinger, una de las investigadores, señala que “ser fumador modifica el sistema inmunitario. Pero lo más importante es que lo hace de forma persistente y que incluso al dejar de fumar sus efectos perduran“. “Si una persona deja de fumar recupera bien la parte de la inmunidad innata, pero no la inmunidad adaptativa (mediada por los linfocitos)“, agrega.
Con respecto a estas observaciones, Matzinger explica que “el sistema inmunitario dispone de una ‘memoria de haber fumado‘ de forma persistente, lo que tiene una importante implicación, ya que las personas fumadoras pueden desarrollar otras enfermedades como cáncer, enfermedades autoinmunes o alergias o responder de forma anómala frente a infecciones”.
Mayor riesgo de contraer enfermedades
Darragh Duffy, otro de los investigadores, apunta que “a corto plazo, una persona que fume sufrirá un empeoramiento de cualquier enfermedad que implique inflamación respecto a una que no fume ni haya fumado. Los síntomas serán más persistentes y habrá más posibilidad de complicaciones y cronificación de la dolencia”.