12, Enero 2021
Consumo cultural tradicional y hábitos que se transforman
El público se renueva y, los gustos, también. La tecnología y el distanciamiento social, después de la nueva normalidad, son los protagonistas.
Intangible. Así se volvió gran parte del consumismo cultural. La población mundial debió acostumbrarse al uso asiduo de Internet, plataformas de streaming, celulares, aplicaciones, comprobantes digitales. Debido al contexto de pandemia que atravesó el mundo hace apenas dos años atrás, el acceso a contenidos online desarrolló nuevas prácticas culturales.
Es cada vez menos frecuente que se esté disfrutando de un libro o una película sin realizar otras actividades en simultáneo o que, esa actividad, no se vea interrumpida. Estamos frente a un consumo ágil y con prevalencia de contenidos breves. Un paralelismo en el que pierde prevalencia “una” pero nace “otra”: disminuye la asistencia al cine, pero aumenta el consumo de contenido multimedia; se leen menor cantidad de libros, pero prolifera la lectura en Internet; bajan las ventas de discos físicos, pero se escucha cada vez más música en diversas aplicaciones de escritorio o mobile.
Lo más importante es saber qué consumir y en qué momento hacerlo.
La gran cantidad de información y entretenimiento que ofrecen los sitios virtuales se impuso por sobre la asistencia a cines, teatros y museos. Una de las principales causas de este cambio es el traslado (que afecta a la economía de cada persona en lo que respecta a combustible o boleto de tren, colectivo) y, además, el tiempo que insumen dichas actividades. La innovación seduce al público, un público que es más inquieto y más exigente.
En lo que respecta a consumo de series y películas, el podio lo lideran los canales de TV por aire y cable, luego el consumo online y, por último, las plataformas gratuitas como YouTube y, las pagas como Netflix. Disfrutar de momentos de ocio se hace cada vez más fugaz, a demanda y los usuarios están en el ojo de las grandes compañías que ofrecen este tipo de servicios. Se busca satisfacer las necesidades de las personas, con plataformas que las entiendan, que sean intuitivas y requieran el menor esfuerzo posible para facilitar la permanencia. En todo caso, lo más importante es saber qué consumir y en qué momento hacerlo.