12, Enero 2021
Luciano Lutereau: “Cada quien intenta situarse en una relación del modo en que puede sentirse más cómodo”
Nos adentramos a las posibilidades de habitar los vínculos y la masculinidad de una manera más libre, alejada de modelos tradicionales. Para ello, entrevistamos al psicólogo Luciano Lutereau quien nos invita a reflexionar sobre los modos de relacionarnos.
Luciano Lutereau es psicoanalista. Doctor en Filosofía y Doctor en Psicología por la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde trabaja como docente e investigador en la Facultad de Psicología y en la Facultad de Filosofía y Letras.
Todos esos títulos a los que suma especialidades y trabajo de docencia, son el marco para pensar temas actuales, en pos de evolucionar en los vínculos y relaciones.
En ese sentido, Luciano nos aporta claridad sobre algunos conceptos y formas de mirar la vida, que nos invitan a reflexionar continuamente.
¿Creés que en la actualidad hay un “gustito” por la soledad?
“Creo que ya no hay una visión obligada de la pareja. Nuestra época no tiene en el horizonte el matrimonio como destino. Entonces pasamos más años sin la presión de tener un vínculo estable, lo que no quiere decir que las personas hayan dejado de sufrir por no estar con alguien. Y aquí hay una diferencia que es preciso hacer: no es lo mismo no tener pareja que estar solo”.
Quizá hoy podamos dejar de pensar la pareja como algo que se ‘tiene’ y estemos más abiertos a pensar modalidades vinculares que no se basen en la posesión; sin embargo, la soledad no tiene gusto”.
Digamos que se puede estar solo aún estando con alguien, ¿no?
“Sí, la soledad no es lo contrario de estar con alguien, sino que es un modo de estar con otro también.
Mejor hagamos otra distinción: no es lo mismo estar a solas con otro, sentirse solo con alguien y ser solitario. Yo soy bastante solitario, cuando algo me empieza a parecer obligado, pierdo el interés; pero no me gusta estar solo, más bien prefiero estar a solas con quien quiero. Si no recuerdo mal, así define Roland Barthes el amor: ‘Estar con quien amo y pensar en otra cosa, así tengo los mejores pensamientos’ ” .
¿Cómo fueron cambiando las formas de vincularnos?
“Lo importante es notar que el cambio en los vínculos va de la mano de un cambio generacional. A ‘la pareja’ la desplazó el vínculo ‘sexo-afectivo’, que es una palabra para nombrar una realidad más amplia. Es como cuando hablamos de poliamor, que no quiere decir tener múltiples parejas, sino que la pareja –que es exclusiva por definición– deja de ser el criterio del vínculo; otra cosa es una ‘pareja abierta’, en la que no se pierde la exclusividad afectiva, el compromiso con el otro, pero se habilita a través de un acuerdo que se pueda estar con otras personas.
Me parece que ninguno de estos modelos es ideal ni deja de tener problemas. Cada quien intenta hoy situarse en una relación del modo en que puede sentirse más cómodo. Obligarse a algo no tiene ningún sentido”.
Luciano Lutereau es autor de diversos libros, entre ellos la interesante trilogía: “Más crianza, menos terapia” (2018), “Esos raros adolescentes nuevos” (2019) y este año le llegó el turno de “El fin de la masculinidad” (2020).
No quiero spoilear el libro, pero en “El fin de la masculinidad”, te referís a que terminó la masculinidad como la conocíamos, ¿por qué?
“Porque dejó de haber una única masculinidad, es decir, el modelo tradicional de lo masculino (también llamado ‘hegemónico’) basado en la demostración de potencia dejó de ser un ideal normativo, aunque todavía tenga eficacia.
Para mí la idea central del libro es situar que para un varón la demostración de su potencia no es lo mismo que la realización de su deseo. Es más, a veces no hay mayor indicador del deseo que un acto de impotencia: que su vida gire en torno a si puede o no, suele ser un problema.
Lo que nos tenemos que preguntar es cuáles son las condiciones del deseo masculino, uno que también pueda ser receptivo, que no se esconda de los miedos, que encuentre su fuerza en exponerse antes que en demostrar”.
¿Han caído algunos estereotipos sobre la masculinidad?
“En el libro analizo distintas figuras de la masculinidad tradicional, entre ellas la del proveedor, que es impensable sin una configuración familiar; es decir, el proveedor es el varón que se sitúa como padre, no solo de los hijos, sino también de la mujer. Sin embargo, el problema no es que el varón provea, sino que lo que da suponga una contraprestación. La versión desencantada del proveedor es el mezquino que puede llevar meses en una relación y así y todo sigue pro poniendo que los gastos sean a medias. Incluso hay parejas actuales que nunca llegan a tener una economía común: lo mío es mío y lo tuyo es tuyo.
De regreso a lo que dije al principio: es estar solo con otro, sin que nada de este me toque o me afecte demasiado. Podemos vivir juntos, pero convivir es otra cosa”.
Luciano despliega lucidez y conocimientos sobre los vínculos en esta época de cambios veloces. Y nos aporta: “No hay que pensar que lo anterior era peor y ahora somos mucho más libres. Tampoco es cuestión de idealizar el pasado y criticar el presente. Creo que lo mejor es que cada uno vea cuánto de lo que vive es algo que elige o algo que se le impone, y no se imponga una vida porque eso es lo que parece que ‘está bien’.
Que cada uno encuentre límites a las expectativas, a los ideales, a las normas, no para que sean vividos como transgresiones o desafíos, sino como la oportunidad de una vida auténtica porque es propia”.