Mi casa, mi mundo

“Del diseño siempre me interesó – más que las herramientas-, esa comunión de uno con el espacio, cómo expresarse a través de él, cómo hacer que el lugar te agrade más, que te guste y se vaya adaptando a tu vida. Estudié toda la carrera sabiendo que yo no quería ir a decorar las casas de otros.  Y con el tiempo, me decidí a armar algo en base a mi forma de verlo”, relata María Tórtora contándonos cómo empezó su vínculo con el diseño y cómo tomó forma a través del Blog Casa Chaucha. 

¿Con qué te encontraste en estas “casas reales”?

“Yo sabía que por fuera de las revistas pasaban cosas más interesantes que el diseño en sí mismo. En la mayoría de las casas tenemos desafíos, hay poco presupuesto, pero hay un montón de gente que hace de todo, sólo a base de actitud.  Ligar el diseño sólo al consumo deja afuera a un montón de gente.  Con el blog, la idea fue presentar espacios como lo hacen las revistas de diseño, pero con casas que podrían ser las de cualquiera.  En las publicaciones, buscaba trasmitir cosas que me llamaban la atención y entender la historia de esa decisión, el lado más humano del asunto”. 

¿Es importante el presupuesto cuando se quiere imprimir personalidad a la casa?

“Es sólo una variable, hay gente que tiene un presupuesto alto y no hace nada interesante. En las casas que fotografié, lo que siempre hubo fue ingenio, imaginación y ganas.  Fui a alrededor de 180 hogares y te pudo asegurar que eso está en todas. Hay que tener presente que estás viviendo el hoy y tu casa tiene que gustarte hoy, por eso es importante intentar hacer lo mejor que se puede con lo que se tiene en este momento.  Entre la casa que tenés hoy y la casa que te imaginás como la ideal, hay un montón de casas mejores que la que tenés ahora y si proyectás en un rango alcanzable, tangible, vas escalando. El tema es que solemos pensar “una casa decorada es esto” y si no es “esto”, no hacemos nada”. 

¿Cómo se puede descubrir el estilo propio? 

“Si vos no tenés un estilo propio y estás tratando de imitar otro, es muy difícil que el resultado sea satisfactorio. Algo que puede allanar un poco el camino es pensar en las cosas del mundo que nos gustan. Puede ser un hobbie o una película. El estilo propio es preguntarse ¿qué me gusta?. Si lo único que te gusta del mundo son las plantas, entonces llená la casa de plantas, ¿quién te dice que son muchas?.  Es importante eliminar la idea de la meta y tratar de jugar en el espacio sin tanta limitación, entendiendo que todo es transitorio y que todo lo que hacés lo podés deshacer. Por eso, es bueno, probar, experimentar, no poner tanto el foco en el resultado sino en el proceso.  

El experimento entre las personas y su casa comienza cuando se derrotan los prejuicios, las convenciones, las reglas del buen gusto.  Si los colores que vas a combinar son los colores que te gustan, va a quedar bueno…y de última probá y mirá, divertite, tomalo como un plan de fin de semana”.

Cuando en una casa conviven varias personas ¿cómo se pueden acoplar necesidades y gustos diferentes?

“Hay que buscar un sistema que se adapte a lo que elegiste para tu vida (tener hijos, vivir en pareja, adoptar una mascota). Es saludable bajar el nivel de exigencia, entender que todos podemos tener impulsos estéticos y no olvidar que la casa es de todos, si participamos, si nos gusta, es más fácil cuidarla y mantenerla.  Por eso, es bueno buscar acuerdos, opciones, alternativas abrirse a pensar en otras posibilidades además de la primera que nos viene a la cabeza. Porque al final, queda bien cuando estamos todos felices”.

“La casa es el escenario donde estamos viviendo y como la vida, es flexible.  Es bueno que la casa acompañe esos cambios, porque a veces el espacio, si no lo actualizamos, se convierte en un obstáculo.  Preguntarse: ¿esto me sirve? ¿me gusta? ¿me representa? Nuestra casa está llena de elementos, en ella tenemos todo nuestro mundo”.