12, Enero 2021
Juan Manuel Dordal y Constanza Coll: “Vamos esperando que los proyectos nos encuentren a nosotros”
Coni y Juan Manuel nos relatan su experiencia de vida en el mar, una pareja de aventureros náuticos que, junto a sus pequeños hijos Ulises y Renata, y su mascota Lula, recorren la costa brasilera a bordo del Barco Amarillo.
Hace tres años decidieron dejar Buenos Aires y emprender un viaje… ¿En busca de qué? ¿Cómo surge esta aventura familiar?
Juan: “Lo que vinimos a buscar fue tiempo y tranquilidad para estar con nuestros hijos. Siempre amamos viajar. Cada vez que juntábamos algo de plata, hacíamos un viaje. Cuando nació Ulises empezamos a pensar en alguna manera de poder vivir de viaje con la intención de estar más tiempo juntos. Los dos trabajábamos mucho, si bien Coni lo hacía desde casa, yo estaba todo el día entre la oficina, el consultorio (soy psicólogo) y las clases de náutica. El velero es una manera de estar más tranquilos, llevar la casa a cuestas permite estar en familia todo el tiempo”.
“Lo que vinimos a buscar fue tiempo y tranquilidad para estar con nuestros hijos“.
¿El sustento económico fue un tema de preocupación? ¿Cómo lo planificaron?
Constanza: “Antes de zarpar decidimos vender nuestro departamento y comprar dos más pequeños para tener una renta y vivir de eso. Juan acababa de salir de un trabajo, le dieron un retiro voluntario y con otro retiro voluntario de la editorial de donde yo salí, compramos el barco y contamos con un sustento para, por lo menos, vivir un año de viaje. Y ese fue el primer objetivo, nos prometimos que íbamos a estar un año viviendo en el mar, porque estábamos dejando una vida muy linda en Argentina, nuestros trabajos, familia, nuestra casa, todo. Ahí firmamos los contratos de alquiler y a la semana el dólar se disparó así que ya recibimos la mitad de los dólares/reales que íbamos a tener. Le dije a Juan, ‘rearmemos y reveamos los contratos’. Él dijo: ‘no, vamos para adelante, no volvamos para atrás, eso ya pasó, después veremos qué podemos hacer’ y salimos”.
Con la decisión firme de embarcar, ¿cómo sobrellevaron esta situación?
Constanza: “Primero vivimos de los ahorros, invertimos bastante en el barco, en un motor fuera de borda, un bote para desembarcar. Al principio cuidamos mucho los gastos, pero ya el primer verano a bordo recibimos un mensaje a través de nuestra cuenta de Instagram @el_barco_amarillo, una pareja que quería pasar unos días con nosotros. Si bien conocíamos la elección de hacer chárter y hospedar gente, creíamos que nuestro barco no era lo suficientemente grande, cómodo, lindo, pero nos animamos, los recibimos y a partir de ahí empezamos a recibir parejas, amigos, familias. Gracias a eso pudimos llegar hasta el día de hoy y sustentar el viaje”.
En medio de la navegación, se suma una nueva integrante a la familia, Renata. ¿Cómo vivieron el embarazo en el barco? ¿Miedos? ¿Ansiedad?
Juan: “No vivimos el embarazo con miedo o ansiedad, simplemente era un contexto desfavorable por la pandemia. Tomamos la decisión consciente, pensando y charlando mucho: el contexto es desfavorable, pero esto no nos va a arruinar la inmensa alegría de estar trayendo un hijo al mundo en un ambiente soñado para nosotros, ideal, hermoso, con paz, con calma. Lo disfrutamos un montón.
Renata nació el 1 de junio y 48 horas después, ya estábamos de vuelta en el barco. Coni se sentía más segura a bordo que en el hospital y nos subimos los cuatro en el bote más Lula, nuestra mascota. A los diez días cuando le dieron el alta pediátrica a Renata, navegamos trece horas hacia la Isla que es el lugar que elegimos para estos primeros momentos de vida”.
¿Y la crianza de los niñxs? ¿Cómo la transitan día a día?
Juan: “Respecto a la educación de Ulises, optamos por hacer homeschooling, educación en casa, incluso antes de que se volviera una necesidad para las sociedades del mundo. Es un proceso hermoso ver el aprendizaje que tiene día a día. Y la naturaleza, el contexto en el que estamos, el tiempo que le podemos dedicar dándole a la educación de nuestro hijo la importancia que merece.
Acá en la isla hay un montón de niños, es una reserva natural donde tienen una libertad impresionante, es muy seguro. Un contexto muy favorable para jugar, estar al aire libre, el mar, los caminos en la selva”.
“Es un proceso hermoso ver el aprendizaje que tiene día a día. Y la naturaleza, el contexto en el que estamos, el tiempo que le podemos dedicar dándole a la educación de nuestro hijo la importancia que merece“.
La pandemia no fue un impedimento para continuar proyectando y cumpliendo sueños. La publicación del libro “El Barco Amarillo” y el surgimiento de una editorial (Amarillo Ediciones) son un claro ejemplo de ello ¿no?
Constanza: “Con la pandemia volvimos a replantearnos todo. Estaba por nacer Renata, venía trabajando hace un año en un libro con una editora muy buena, Josefina Licitra, decidimos terminarlo y así nos estamos sustentando en la pandemia. Ahora lanzamos otro libro infantil titulado ´Ulises, Lula y la Isla Grande´, tenemos muy buenas repercusiones, lo vendemos a través de nuestra cuenta de Instagram”.
Juan: “El hecho de que se cerrara la Isla para el turismo, si bien se puede considerar negativo, es la realidad y con la realidad hay que lidiar y hacer con lo que uno tiene. Esa es una de nuestras frases favoritas, hacer con lo que uno tiene. Y bueno eso que teníamos era un contexto ideal para que Coni pudiera terminar su libro y posteriormente concluir en familia este proyecto hermoso que fue hacer un libro infantil”.
¿Cómo se imaginan el futuro? ¿Seguir navegando por nuevos lugares? O quizás ¿hay deseos de tierra firme alguna vez?
Juan: “No hacemos grandes proyecciones. Nos gustaría mil cosas así que vamos esperando que los proyectos nos encuentren a nosotros”.
Seguí la aventura del Barco Amarillo a través de su cuenta de Instagram @el_barco_amarillo y de su canal de YouTube https://www.youtube.com/channel/UC-t4iWRYTUVQqnbwQI8yQiA