12, Enero 2021
Juan Eduardo Bonnin: “Las lenguas no solo hablan de lo que queremos comunicar; también hablan acerca de lo que nosotros somos”
La lengua que hablamos nos sirve para ordenar el mundo en categorías, para percibir la realidad que nos rodea. No es solo un factor de comunicación, sino que es un puente que une al pasado y nos proyecta hacia el futuro, es una institución social, una identidad.
Sin embargo, ¿son todas las lenguas iguales?, ¿algunas valen más que otras?, ¿puede la Inteligencia Artificial construir mensajes sin ideologías? Para responder estas preguntas, conversamos con Juan Eduardo Bonnin, Doctor en Lingüística, profesor de la UNSAM y director del Centro de Innovación de los Trabajadores (CITRA/ CONICET-UMET).
Estudiaste las desigualdades lingüísticas, ¿nos contás cómo aparecen en nuestras acciones cotidianas?
Las lenguas no solo hablan de lo que queremos comunicar, sino que las lenguas también vehiculizan significados acerca de lo que nosotros somos, de cómo somos percibidos. Un ejemplo claro, es la canción de Rodrigo que dice “Soy cordobés y ando sin documento, porque llevo el acento de Córdoba Capital”. ¿Qué dice con esto?; que la manera en que hablo dice cosas de mí que no dependen de mi voluntad. Yo hablo y, al hablar, comunico significados acerca de quién soy.
Y a estos significados los valoramos desigualmente. Por ejemplo, en Pakistán hay muchos call center que prestan servicios a Estados Unidos, pero para hacerlo deben contratar trabajadores y trabajadoras que hablen inglés con un acento norteamericano porque el acento pakistaní no le parece confiable o cercano al cliente. El inglés se ve como una lengua más valorada que cualquier otra, sin embargo no todo inglés vale lo mismo. El inglés norteamericano se ve más valioso que el inglés pakistaní. Y esto es lo que funda la desigualdad lingüística, el hecho de que nosotros identificamos manera de hablar con formas de ser, con identidades sociales.
¿Considerás que habría que empezar a resolver estas problemáticas de la lengua para erradicar otras más importantes (de género, económicas, etc)?
La desigualdad social —de la cual la desigualdad lingüística es un aspecto—, es multidimensional. La manera de hablar permite mejorar, facilitar el acceso a ciertos derechos, pero no se limita a eso. Vos podés tener personas que tengan un habla identificada con sectores altos, pero que por motivos socioeconómicos no tengan acceso a la educación necesaria para poder tener un trabajo.
La lengua, es una mediación muy fuerte entre un sujeto y otro, es el filtro por el cual caracterizamos a los demás. Por esto, actuar sobre la desigualdad lingüística es una condición necesaria, pero claramente no es una condición suficiente, para combatir las desigualdades sociales más amplias.
¿Qué podemos hacer para combatir estas desigualdades lingüísticas?
Hay que aprender a relativizar la propia forma de hablar. Aprender que la manera en la que hablamos no es ni la mejor, ni la verdadera. Sino que es la que aprendimos y que existen otras formas igualmente válidas. El segundo elemento, es aprender a valorar desde las instituciones la diversidad lingüística, que no es un problema de comunicación, sino su característica más específicamente humana.
Recientemente, hablaste sobre la construcción del lenguaje de los robots con Inteligencia Artificial (Siri, Alexa, etc), ¿cómo construyen estas sus comunicaciones y discursos ideológicos?
Hay dos formas básicas. La primera es el chatbot tradicional, que reproduce mensajes ya determinados por personas. La segunda, son las inteligencias artificiales que, a través de procesos complejos de se de machine learning, son capaces de generar mensajes únicos, porque aprenden a hablar a partir de millones y millones de ejemplos de habla humana real. Ahí es donde entra la ideología. Nosotros generamos nuestro universo ideológico en la interacción humana. Al aprender una lengua, te apropiás de los significados ideológicos de esa lengua. Esto hace que estos bots movidos por la inteligencia artificial no solo aprendan una lengua, sino también los significados ideológicos asociados a ella.
Con respecto a esto, Microsoft desarrolló un bot que twitteaba, pero aprendió a hablar en Twitter que es un lugar lleno de gente violentay xenófoba. Entonces, el robot empezó a decir barbaridades, porque incorporó ese discurso ideológico.
La inteligencia artificial no puede aprender a comunicarse sin ideología. Este es el gran desafío que tienen estos sistemas;ya no es cómo hago un robot que no tenga ideología, sino qué tipo de ideología quiero que tengan los robots que yo diseño.
¿Considerás que la Inteligencia artificial puede ampliar o reducir las desigualdades en el lenguaje?
No lo sé. Dado que la inteligencia artificial es modelada por quien la desarrolla y la usa, entonces va a depender de estas personas e instituciones. Isaac Asimov, el escritor ruso de ciencia ficción, se preguntaba mucho por los robots que desarrollaban una conciencia propia, y estos robots para él, aparecían, en un punto, desprovisto de ideología. Eran tan racionales como ningún ser humano podía serlo. Y lo que estamos viendo, con los sistemas de inteligencia artificial, es que no es así. Esas inteligencias son tan racionales como el sistema de valores en el cual se forman les permiten ser. Entonces, va a depender de cómo se configuren, cómo aprendan y qué tipo de estímulos se les dé para ser más igualitarias o, por el contrario, para reproducir formas de desigualdad lingüística.